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Leonard Quinde Allieri

No se trata de cambiar por cambiar


Un político con ambición de poder silenciará a todos con palabras que atenten contra la libertad

Aceptar coimas y restringir libertades de los ciudadanos son posibles comportamientos de un político que no tiene ideas claras ni principios definidos. No obstante, esos no son los principales riesgos que enfrentamos al elegir funcionarios públicos que no conocemos. Un comportamiento sumamente peligroso es su facilidad por adoptar las ideas que le conviene y promulgarlas por medios de difusión masiva.

Es peligroso que el mensaje de esta clase de políticos esté en contra de la libertad de los individuos, que se disfrace de falsas promesas o que genere enfrentamiento entre los ciudadanos. Es por eso que es importante informarnos sobre los candidatos, evaluando su gestión previa y sus discursos.

Los ciudadanos tenemos que empoderarnos al conocer nuestras libertades y a nuestros representantes, exigir sus responsabilidades y nuestros derechos.

Fidel Castro decía respetar las libertades del pueblo durante su campaña, pero sus acciones y discursos del pasado demostraban su deseo de poder y autoritarismo. Esta era señal suficiente para que los cubanos no lo eligieran, lastimosamente muy pocos se dieron la tarea de verificar esta valiosa información.

El poder en sí es peligroso, pues tiende a generar placer a quienes lo ostentan y ambición por más. Si, además, el político electo apoya prácticas totalitarias o sufre un complejo por sentirse Dios, querrá tener todo controlado por él y creerá que su perspectiva es la única adecuada. Por lo tanto querrá implementarla a cualquier costo, incluso sometiendo a quienes no están de acuerdo con él. En este caso, podremos estar casi seguros de que buscará ampliar su poder y rango de acción, así como silenciar a cualquier disidente.

A veces, elegimos a un candidato por que promete hacer las cosas de forma diferente, pero no es cuestión de buscar un cambio porque sí. De nada sirvió a cambiar a Batista por Fidel, de nada sirvió elegir a Chávez con su correspondiente binomio Maduro, de nada sirvió elegir a Correa y cambiar a éste por Moreno. El actual mandatario ecuatoriano ha hecho cambios en la forma de hacer las cosas, no en los asuntos de fondo. Aún hay mucha tela que cortar, pues el sistema que permitió la corrupción y los abusos de poder sigue vigente, y la crisis económica no apacigua.

No se trata de cambiar por cambiar, ni de elegir entre diversos niveles de socialismo. Se trata de apostar por países más prósperos, con ciudadanos más prósperos. Está en nosotros elegir y pedir que los líderes de opinión y los representantes políticos respeten la libertad de los individuos. Al fin y al cabo, no importa quién asuma los cargos públicos ni el poder que estos implican, lo que importa es que nosotros gocemos de absoluta libertad.

Ser libres significa tener poder de elección sin regulaciones ni palabras que nos restrinjan u obliguen a tomar otras decisiones. Mientras no seamos libres de seguir nuestros sueños, estudiar o comprar lo que deseamos, seguiremos atados al subdesarrollo.

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