Las Elecciones Generales de este año en Ecuador dejan marcado un antes y un después en su historia política. Pese al resultado de la segunda vuelta que muestra una importante derrota del correísmo, la conformación de la Asamblea Nacional es evidencia de una nueva e importante división política y, por tanto, un desafío crucial para la gobernabilidad del presidente Guillermo Lasso.
Del total de 137 legisladores, la nueva Asamblea Nacional quedó conformada por 49 escaños para la alianza correísta UNES, 27 para el movimiento indígena Pachakutik, 18 para el partido Izquierda Democrática, 17 para el Partido Social Cristiano, 12 para el movimiento oficialista CREO, y el resto para asambleístas independientes1. Luego de varios periodos legislativos con bloques correístas que superaban la mitad del Legislativo, la falta de una mayoría definida abre una pugna por el control de la Asamblea y muestra la inminente necesidad de diálogos.
La primera alianza en conformarse fue la del partido Izquierda Democrática con el movimiento Pachakutik en un “Acuerdo Programático del Bloque Progresista”2, un acuerdo que logró unir los puntos clave de las agendas de ambos partidos, dejando por fuera a las demás bancadas. Las declaraciones de líderes del movimiento indígena eran contundentes al respecto de no estar dispuestos a negociar ni con el correísmo, ni con la derecha. Su objetivo fue planteado con claridad: poner a Pachakutik en la presidencia del Legislativo, y a la Izquierda Democrática en la vicepresidencia. Sin embargo, su renuencia a dialogar con otros movimientos representaba la falta de los votos necesarios para cumplir con su objetivo. El “Acuerdo Programático del Bloque Progresista” dependía de que los naturales enemigos se mantuvieran distanciados y vieran en esta alianza una carta viable para llegar a presidir la Asamblea.
A pocos días de que se instalara la nueva Asamblea Nacional, en varios medios se difundió un posible acuerdo que resultó muy desconcertante para muchos. La alianza del Partido Social Cristiano y CREO con el correísmo generó un rechazo inmediato en la ciudadanía. El acuerdo, junto con declaraciones acerca del correísmo buscando una “Comisión de la Verdad” que supondría impunidad para ciertos exfuncionarios, suponía una traición directa a la voluntad popular que le dijo no al correísmo en las urnas.
CREO y UNES propondrían a Henry Kronfle del PSC para presidir la Asamblea; mientras que el PSC y CREO propondrían a Paola Cabezas, de UNES, para la vicepresidencia. Las declaraciones del Partido Social Cristiano afirman que CREO promovería el acuerdo ya que, según el mismo Lasso, “Pachakutik, por su ideología no le permitiría, desde la Asamblea, desarrollar su plan de gobierno para sacar adelante al Ecuador”3.
La premisa presentada es muy admisible. El movimiento indígena siempre se ha presentado como la resistencia a cualquier modelo que ellos puedan considerar de “derecha”. Al mismo tiempo, se debe considerar que el rol de Pachakutik durante estas elecciones, fue un factor muy importante. Su postura de impulsar el voto nulo para la segunda vuelta, acusando de fraude a Lasso y a sus aliados, pone al movimiento indígena en una posición muy cuestionable al momento de ofrecer gobernabilidad a un gobierno cuyo modelo han criticado, satanizado y rechazado categóricamente.
Frente a la insistencia del “Acuerdo Progresista” de colocar a un asambleísta de Pachakutik en la presidencia de la Asamblea, la idea de llegar a posesionar a alguien de la bancada del PSC al mando del Legislativo, podía resultar muy atractiva para el oficialismo; la alianza que habían formado, los puntos comunes a los que habían llegado y las semejanzas ideológicas entre ambos bloques, lograrían que la presidencia de Henry Kronfle resultara sumamente fructífera para el buen desarrollo del plan de gobierno de Lasso. Sin embargo, con el escenario político que se dio en el Legislativo, la única vía para lograrlo era en alianza con el correísmo; una alianza que significaba darle más poder y representación a un modelo fracasado que fue sinónimo de autoritarismo por más de una década, además de simbolizar deslealtad con el pueblo ecuatoriano, y ganarse el rechazo del mismo.
El día de la votación, el cambio de parecer de CREO se hizo evidente. Esta decisión de última hora no fue notificada a ninguna de las demás bancadas miembros del acuerdo. El movimiento oficialista fue acusado de “traición” y de no cumplir con su palabra. Las condiciones y motivos de estos sucesos no son claros, así como el por qué CREO se retractó de último momento. No obstante, en caso de efectivamente tratarse de una “traición planificada”, CREO deberá considerar los verdaderos efectos de sus acciones, ya que, con la ruptura de CREO con el Partido Social Cristiano, el oficialismo pierde a quien pudo haber sido su mejor aliado.
Posteriormente, y luego de las negociaciones, Guadalupe Llori, de Pachakutik, asumió el mandato del Legislativo con el apoyo del movimiento indígena, Izquierda Democrática, CREO e Independientes. Aun prescindiendo de un tratado establecido con la derecha, Pachakutik llegó a la presidencia de la Asamblea, un independiente aliado al oficialismo logró la primera vicepresidencia, y la ID se hizo con la segunda vicepresidencia. CREO terminó cediendo el control de la Asamblea al “Acuerdo Progresista” con la esperanza de lograr ese “encuentro” que tanto se ofreció en campaña.
Más adelante, la formación de las comisiones llegó de la mano del movimiento indígena, repartiendo a los asambleístas según esta nueva mayoría lo había dispuesto, y muchas veces, ignorando los perfiles de los legisladores; especialmente de los miembros de UNES y PSC que, en su mayoría, fueron aislados. Con la conformación de las comisiones, Pachakutik logró llegar a ser la bancada con más control en el Legislativo. En contraste, CREO, por su bajo número de legisladores, deberá hacer buen uso de la Bancada del Acuerdo Nacional para contar con el apoyo de los independientes y lograr acuerdos en las distintas comisiones.
Por su parte, el Consejo de Administración Legislativa solo cuenta con la presencia de una legisladora de CREO y un independiente, que son los únicos aliados con los que podría contar el presidente Lasso ya que, gracias a la ruptura CREO-PSC, el Partido Social Cristiano no consiguió representación en esta comisión. Haberle restado protagonismo al Partido Social Cristiano reduce las posibilidades del gobierno de llegar a acuerdos que cumplan con sus objetivos. La falta de coidearios en puestos de poder dentro de la Asamblea, va a suponer un importante desafío para la administración de Lasso.
Lo sucedido en la Asamblea Nacional muestra una bancada del oficialismo que, en búsqueda del “encuentro”, no logró ver más allá de dos opciones: aliarse con el correísmo, defraudando a su electorado, para lograr la tan conveniente gobernabilidad, o terminar cediendo el control del Legislativo ante uno de sus más grandes opuestos. Estos acontecimientos abren la puerta a posibles pugnas futuras por el control de la Asamblea, gracias a estos nuevos tratados que pueden ser tan débiles como grandes son las diferencias ideológicas que separan a las partes. Si la alianza con Pachakutik no produce los resultados esperados, CREO corre el riesgo de quedarse completamente aislado.
Esta semana, la Asamblea Nacional dará inicio al trámite de los primeros proyectos de ley. El nivel del debate mostrará los efectos de lo acontecido en las semanas previas, en un trabajo legislativo donde se espera que las bancadas dejen a un lado sus intereses particulares, y puedan trabajar por un objetivo común: el bienestar y desarrollo del Ecuador.
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