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Fernando Del Vecchio

Opiniones versus Consejos


Tener clara esta distinción te puede ayudar a tomar mejores decisiones en menos tiempo

La vida está llena de opinadores profesionales. Estos licenciados en las ciencias del todo se encuentran a nuestro alrededor, todo el tiempo, para opinar de cualquier tema que caiga en sus manos, o de cualquier tema que pase por su espacio de atención.

¿Cuán importante es una opinión?

Todo el mundo tiene opiniones, sobre todos los temas. Las opiniones son increíblemente abundantes… todo el mundo tiene una, sobre cualquier tema del que se trate. Y creo que todos sabemos que cuando algo es muy abundante, es poco valioso. Se trata, simplemente, de recordar la ley fundamental de la oferta y la demanda.

¿Por qué el oro o los diamantes son muy valiosos? Porque son escasos. Los bienes escasos son más valiosos que los bienes abundantes. Por eso, cuando deseamos incrementar el valor —y en consecuencia el precio— de cualquier bien, debemos generar su escasez.

¿Qué otras cosas son valiosas? El tiempo es un bien escaso. No tenemos todo el tiempo del mundo. La vida es tiempo. Por eso, quien no respeta tu tiempo, no respeta tu vida y si no respeta tu vida, no te respeta a ti. Aún así, hay personas cuyo tiempo no es valioso, porque ellos mismos no lo hacen valer, porque creen tener todo el tiempo del mundo o porque no saben qué hacer con el suyo. Entonces, si no respetan su tiempo, no creo que tengan en cuenta respetar el tuyo.

Volviendo al tema de las opiniones, todos conocemos personas que opinan sobre todo, todo el tiempo: sobre el clima y por qué el calentamiento global es culpa de los gobiernos que nos oprimen, sobre las últimas decisiones del presidente y por qué está muy equivocado, sobre lo que sucedió con tal o cual actriz que ahora dejó a su novio y empezó una relación con otro que no le conviene, sobre tu trabajo, acerca de lo que deberías hacer para ganar más dinero y ser más feliz. ¡He escuchado a personas que opinan y desaprueban decisiones de gente que ni siquiera conocen!

Las opiniones sobran. Y por ello, no hay nada menos valioso que una opinión. Menos valiosa todavía es una opinión no solicitada, y menos aún, cuando proviene de alguien que no te importa.

Las opiniones son increíblemente abundantes, por eso valen tan poco.

Consideremos estas situaciones:

Ejemplo 1: voy a iniciar una dieta. Si quisiera, podría pedirle opinión sobre lo que voy a hacer a cualquier persona. Todo el mundo tendrá una.

Ejemplo 2: voy a iniciar un emprendimiento. Si quisiera, podría pedir opinión sobre mi idea a todas las personas de mi entorno. Todos tendrán algo que decir.

Ejemplo 3: quiero iniciar una carrera universitaria. Puedo escuchar, si pidiera opinión, a todos aquellos que quieran darme la suya. Decenas de opiniones, si empiezo a contar mis planes a diestra y siniestra.

Decenas, centenas, miles de opiniones sobre mis planes, mis proyectos, mis decisiones, mis acciones.

¿Debo prestarles atención?

No hay que prestar la más mínima atención.

Como todo el mundo tiene una opinión sobre cualquier tema, la abundancia de opiniones las convierte en algo sin valor.

Me he encontrado con quienes me dicen que “sin embargo, puede ser que alguien te diga algo que sí valga la pena”. Sí, absolutamente. ¿Pero debería escuchar mil opiniones, teniendo en cuenta que quizás una sola de ellas se acerque a algo parecido a una opinión algo valiosa?

Entra aquí, nuevamente, el tema del tiempo. Y el tiempo es sumamente valioso para utilizarlo en escuchar infinidad de opiniones, esperando solo una interesante y/o valiosa. Podría utilizar mi tiempo en otra cosa.

¿Esto significa que debo convertirme en una persona poco amable?

No, para nada. En primera instancia se trata, simplemente, de elegir de qué hablar con ciertas personas y de qué no. Si estás conversando con un licenciado en las ciencias del todo, con opinión sobre cualquier tema, es preferible que no le cuentes tus planes.

En segunda instancia, se trata de pedir consejo. Un consejo difiere de la opinión, porque es una sugerencia solicitada a una persona a la cual respetas porque crees que tiene algo valioso para decir.

¿Y a quién debería pedirle consejo?

Yo empezaría pidiendo consejo a aquellas personas que han vivido, experimentado, fracasado y tenido éxito en aquella circunstancia sobre la cual necesito una opinión válida.

Volvamos a las situaciones anteriores:

Ejemplo 1: voy a iniciar una dieta. Si quisiera, podría pedirle opinión sobre lo que voy a hacer a cualquier persona. Todos van a tener algo que decir. Debería pedirle consejo a quien ya haya atravesado esa experiencia y, sobre todo, a quien haya fracasado y haya tenido éxito en ese proceso. Un proceso con resultado exitoso al hacer dieta implica no volver a ganar el peso perdido una vez finalizada. Se trata de una combinación de hacer dieta y tener compromiso y disciplina. Pediremos consejo a un profesional de la nutrición y a quien haya experimentado esa situación. La opinión de tu vecina que ha hecho cien dietas sin éxito (y se queja por su falta de resultados), o la opinión de tu suegra, que no ha hecho ninguna, no tiene ningún valor.

Ejemplo 2: voy a iniciar un emprendimiento. Si quisiera, podría pedir opinión sobre mi idea a todas las personas de mi entorno. Si ninguno de ellos ha iniciado nunca un emprendimiento, podrían volcar sobre ti todos sus miedos al fracaso, todos sus temores de cara a la incertidumbre por no tener “un trabajo seguro”. Esas opiniones no son valiosas. Podría pedir consejo a quienes ya han iniciado un emprendimiento, a aquellos que han fracasado y han tenido éxito en sus proyectos, a aquellos que saben de qué se trata emprender. No debemos enfocarnos solamente en aquellos que preparan emprendedores, y trabajan como formadores en una organización cuyo empleo es seguro.

Ejemplo 3: quiero iniciar una carrera universitaria. Puedo escuchar, si pidiera opinión, a todos aquellos que quieran darme la suya. Tendré decenas de opiniones, si empiezo a contar mis planes a diestra y siniestra. Muchas de esas opiniones no tendrán ninguna importancia, porque no se referirán a tu sueño de estudiar sino a los problemas que enfrentarás al iniciar ese proceso cuando has pasado una determinada edad. Muchas de esas opiniones no tendrán ninguna importancia, pues provienen de personas que nunca en su vida han estudiado. Muchas de esas opiniones provendrán de personas cuyo concepto del estudiar una carrera universitaria es negativo, por el motivo que fuese —y por ello no lo han hecho—. Muchas de esas personas volcarán en su opinión sus propias frustraciones y te dirán que nada garantiza el éxito ni siquiera el estudiar una carrera. Pero podría pedir consejo a aquellos que, a mi edad, han iniciado una nueva carrera. Podría pedirles que me cuenten por qué lo han hecho, qué han encontrado al hacerlo a esta edad, qué resultados están obteniendo, qué es lo bueno y lo no tan bueno de hacerlo.

Repito que no se trata de ignorar a las personas cuando tienen ganas de compartir contigo su opinión. Se trata de no contar tus planes a aquellas personas cuya opinión puede no ser valiosa, para no tener que enfrentar esa situación —utilizar mal tu tiempo escuchándolos—.

Contar tus planes es algo que controlas.

No controlas el que la gente quiera darte su opinión. Por ello, no le pidas opinión a cualquiera. Controlas a quien pedirle consejo.

Pide consejo a aquellas personas cuya opinión respetas, por aquello que han hecho o que están haciendo. Y, ten cuidado de pedir consejo sobre temas que ellos no manejan, porque podrías recibir una opinión poco valiosa, o podrían responder —dejándote en ridículo— en que no saben sobre ello. Un ejemplo extremo y ridículo sería preguntarle opinión y pedir consejo a Bill Gates acerca de la selección de futbol de su país —o del nuestro—.

Finalmente, hay otra fuente de consejo —mucho más valiosa— y está en los libros. Uno puede conseguir mentores por muy poco dinero. Además, esos mentores no tienen por qué estar vivos … hay excelentes mentores que han pasado a mejor vida hace unos pocos, decenas, centenas y/o miles de años, y sus consejos viven a través de sus obras.

No tienes que reunirte con tu mentor para pedirle consejo sobre un tema. Puedes leer sus libros. Ten en cuenta que los problemas que tienes no son originales. Alguien más ya los ha tenido, y alguien ha escrito sobre ello. Así que … el mejor consejo lo encuentras leyendo las obras de tu mentor favorito.

Busca un mentor. Lee sus libros. No escuches opiniones. Pide consejo.

Articulista invitado: Fernando Del Vecchio (1970) es Doctor en Dirección de Empresas de la Universidad del CEMA (Argentina). Autor, facilitador, conferencista internacional. Coach empresarial. Profesor en programas de maestría en Argentina, México y Ecuador. Miembro del comité editorial y científico de diversas publicaciones. Especialista en dirección, innovación y gestión de empresas de la industria creativa. Es Director de la Maestría en Estrategia y Negocios Globales en la Escuela de Negocios de la Universidad de las Américas UDLA. Argentino/español, vive en la ciudad de Quito desde enero 2016.

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