Los pilares son menos costos impositivos laborales y flexibilización de horarios.
La cantidad de ecuatorianos con empleo adecuado se redujo en 155.504 durante el año pasado. Esta cifra quiere decir que alrededor de 400 plazas de trabajo se pierden por día. Si se compara el número de trabajadores en condiciones de empleo pleno con respecto a la población económicamente activa, la cifra es de apenas el 40,6%.
Estos números son tan solo el reflejo de la desaceleración económica que vive el país, la cual ha sido tratada con medidas políticas insuficientes (como la Ley de Fomento Productivo). El índice de Competitividad Global destaca un bajo desempeño de Ecuador en materia laboral, ubicándose en el puesto 113 de 140 y siendo el quinto país con un peor desempeño en las formas de contratar y despedir (puesto 136).
Son números realmente preocupantes que ponen en la lista de prioridades una reforma laboral urgente, junto a una reducción significativa de impuestos. Ecuador necesita fomentar el empleo para darle la posibilidad a miles de familias de mejorar su calidad de vida. Esa reforma laboral debe contener ajustes a la realidad de cada sector y de cada empresa. Podría implementarse un formato de trabajo por horas, que incluso puede derivar a que las personas tengan más de un trabajo.
Tomemos en cuenta los casos de algunos países que han optado por una reforma laboral a favor de generar mayor empleo. Gran Bretaña, Irlanda, Dinamarca y Países Bajos tuvieron grandes reformas laborales a lo largo de las décadas de 1980-90 y principios del 2000.
Estos países contaban con altos beneficios para la mayoría de ciudadanos durante el desempleo. Entonces, primero redujeron su duración y aumentaron los requisitos para acceder a este programa. Reino Unido disminuyó el poder de los sindicatos y bajó el marco impositivo al trabajo. Países Bajos acortó la jornada laboral a cambio de que también se redujera el marco impositivo al trabajo y las contribuciones de la Seguridad Social.
A su vez, estos países —salvo Dinamarca— redujeron el tamaño de su estado y de su gasto social. Cuando las reformas laborales venían acompañadas de recortes impositivos y de reducción a los salarios gubernamentales, los sindicatos eran más proclives a aceptar estas reformas. En consecuencia, hay más plazas de trabajo y mayor crecimiento económico.
Por otro lado, tenemos el caso alemán. Alemania introdujo una serie de reformas laborales a lo largo de la primera década de los años 2000. En enero del 2003, se dio paso a la creación de firmas privadas que ayudarían a que miles de desempleados puedan encontrar un trabajo y, si estos últimos declinaban una oferta laboral, se veían expuestos a recibir una sanción por parte del gobierno.
También, se reformaron los “mini trabajos” —empleos con salarios bajos, entre 400 a 800 euros, como ama de casa, que menor carga impositiva para el empleador—, los cuales ahora tendrían menos contribución al seguro social. En la actualidad, miles de alemanes han optado por esta opción como un segundo trabajo. Durante 2005 y 2006, se redujeron los incentivos de seguridad social para las personas que permanezcan desempleadas durante largo tiempo.
Es tiempo de una reforma laboral que priorice la lucha contra la pobreza y el desempleo en Ecuador. Una carga impositiva laboral alta se relaciona con menores puestos de trabajos. Existen casos de reformas exitosas —como en Gran Bretaña, Irlanda, Holanda o Alemania— en donde redujeron la carga impositiva laboral y flexibilizaron los contratos, precautelando la seguridad del trabajador. Además, si hubiera más empresas en el país, habría más empleo y menos incentivos para la explotación.
El gobierno debe enviar una reforma laboral en los próximos meses si quiere que no se pierdan más empleos. Esta reforma debe bajar los costos impositivos para el sector empresarial, no solo en temas de contratación, sino también para su producción, en general. De igual forma, podría darse cabida al contrato por horas.
Lo importante es empezar a construir los cimientos para una mayor generación de empleo que beneficie a millones de ecuatorianos. El camino es largo y duro, pero se puede llegar a la prosperidad si trabajamos todos juntos.
Jorge Chuya es analista político del Instituto Ecuatoriano de Economía Política (IEEP) y articulista de opinión en medios internacionales. Es también comentarista invitado en medios y emprendedor.