América Latina: lejos de alcanzar el progreso humano
Más allá de las políticas de turno para reducir el gasto público o generar una falsa imagen de desarrollo con programas sociales poco sustentables, el escrutinio internacional continúa condenando a Ecuador como uno de los países menos competitivos y economicamente libres de la región. Junto con Venezuela, Argentina, Brasil y Bolivia, Ecuador se ubica entre las naciones con menor libertad económica de América Latina.
El 25 de septiembre de 2018, el Instituto Fraser, una organización promercado canadiense, publicó el Índice de Libertad Económica para 162 países, utilizando los últimos datos disponibles en varios indicadores internacionales que corresponden a 2016. Siguiendo la metodología tradicional, impulsada por Milton y Rose Friedman y Michael Walker, el índice contempla cinco ámbitos de análisis: (1) tamaño de gobierno, (2) sistema legal y derechos de propiedad, (3) buen uso del dinero, (4) libertad para comerciar en el exterior, y (5) regulaciones.
Mientras que Hong Kong y Singapur continúan liderando el ranking, Nueva Zelanda, Suiza, Irlanda, Estados Unidos, Georgia, Mauricio, Reino Unido, Australia y Canadá completan la lista de los 10 países más libres del mundo. El año pasado, las Américas no tuvieron tal protagonismo, puesto que Canadá cayó al puesto 11 y Estados Unidos estuvo fuera del “top 10” desde 2009. Al otro extremo del índice, se encuentran Argentina y Venezuela en el antepenúltimo y último lugar, respectivamente, con Libia en el medio.
Desde el año pasado los datos se ajustan con un índice de disparidad de género y, en esta edición, también se compara cada uno de los cuartiles con varios índices que miden el progreso humano para identificar el rol de la libertad económica en estos ámbitos. Los profesores universitarios James Gwartney, Robert Lawson, Joshua Hall y Ryan Murphy son los autores del informe.
Derechos de propiedad y Estado de derecho: el talón de Aquiles en la región
América Latina tiene más noticias alarmantes para contar luego de la publicación de este índice. Chile, el líder regional y la décima economía más libre una vez, descendió por segundo año consecutivo hasta el puesto 15. Costa Rica cayó al puesto 33, mientras que Guatemala y Panamá escalaron al lugar 23 y 27, respectivamente.
Perú (44), Uruguay (65) y Paraguay (76) son los países sudamericanos que se ubican en el segundo cuartil del ranking. Las grandes economías de la región —México (82), Colombia (105), Brasil (144), y Argentina (160)— han empeorado su puntuación este año y permanecen por debajo de la mitad. Venezuela, bajo el totalitarismo de Nicolás Maduro, se mantiene con poca esperanza de mejorar como la economía menos libre del mundo, quizá solo por delante de Cuba que no consta en el índice por falta de información confiable.
Históricamente, el promedio de la región ha estado por debajo del promedio total, y en los últimos años, América Latina ha demostrado una caída significativa en la categoría de propiedad privada. En el informe de este año se denota que varias naciones en América Latina y el sudeste asiático recibieron una mala calificación tanto en Estado de derecho como derechos de propiedad. De acuerdo con los autores, “Las naciones que tienen un bajo puntaje en esta categoría también tienden a tener un puntaje bajo en las áreas de comercio y regulación, a pesar de que varias tienen gobiernos de tamaño razonable y dinero sólido”.
El pensamiento promercado y la situación en América Latina
El capítulo tres del informe incorpora un estudio realizado por Pál Czeglédi y Carlos Newland sobre el apoyo global hacia el libre mercado desde 1990 hasta 2014. Sus conclusiones son poco alentadoras.
En resumen, Czeglédi y Newland identifican que la defensa a la libertad económica ha decaído durante las últimas dos décadas. A pesar de que la crisis que se desencadenó en el 2008 inspiró la economía compartida y los sistemas distribuidos, los autores determinan que el pensamiento de libre mercado siguió perdiendo adeptos. Además, su análisis concluye que mientras más ateas y jóvenes se vuelven las sociedades, el interés por conservar las instituciones de libertad disminuye.
La década de 1990 probablemente marcó el apogeo del pensamiento a favor del libre mercado a nivel mundial. En 1989, el economista estadounidense John Williamson elaboró un catálogo de políticas orientadas a la libertad económica con aceptación popular que conducirían a reformas en los países en desarrollo, siendo el foco principal América Latina. Estas medidas consistían en la liberalización de los mercados financieros, el fomento de la competitividad, la desregulación, la mejora de los derechos de propiedad, la reducción de la intervención estatal, las privatizaciones y el aumento del libre comercio.
Paradójicamente, estas políticas fueron aplicadas por populistas como Carlos Menem, del Partido Peronista Argentino, tradicionalmente dedicado al intervencionismo y las políticas económicas antiliberales. En Brasil, Fernando Cardoso, que una vez fue un destacado intelectual izquierdista, se convirtió en defensor del mercado libre al ser elegido presidente en 1995. Cardoso procedió a introducir la desregulación y la privatización.
No obstante, el apoyo hacia el libre mercado ha disminuido tanto en la región como en el mundo, mientras políticas intervencionistas y programas gubernamentales han ganado campo de implementación. Los autores del estudio explican que esto se debe a tendencias temporales, sin embargo, también debe tomarse en cuenta la cultura e historia locales. Por ejemplo, la población anglosajona y del norte de Europa se destacan por su mentalidad favorable al mercado. El resto de los grupos en el mundo, como Europa del Sur y del Este, América Latina y Asia, parecen colocar un valor relativamente menor en los mercados libres.
Finalmente, Czeglédi y Newland analizan las características individuales, como la educación, el ingreso, la religión, la edad, las cuáles son determinantes solamente en algunas culturas. Por ejemplo, una persona más educada suele tener mayor mentalidad libre mercado en América Latina, Europa del Este, Asia Central, del Sur y del Este, pero no en la anglo-esfera, el Norte y Sur de Europa.
Leonard Quinde y Paz Gómez contribuyeron en este artículo.