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Andrés Ruiz

Ocho candidatos iguales, con nombres diferentes


Si está en un restaurante y en su mesa se ofrecen ocho platos que le causan idéntico desagrado pero llevan nombres distintos, ¿qué escoge usted? Muy probablemente, llamar al gerente y pedir mejores opciones. ¿Por qué, entonces, no hacemos lo mismo con nuestros candidatos a la presidencia?

Cuando iniciaron las inscripciones de candidaturas para estas elecciones me planteé votar por Lasso, luego por Paco, luego por Cynthia y no, jamás por Dalo, ¿por qué?, porque bailó reggaetón frente a una funeraria, cosa que ni en el Macondo de García Márquez sucedía.

Pero en el camino, la píldora se me hacía más y más intragable. Entonces tomé una decisión por la que me han llamado estúpido, iluso, cobarde: contarle al mundo que votaré nulo el próximo 19 de febrero.

Pero el camino para esa decisión fue largo, el primer paso se dio por la falta de representación. Soy joven, progresista y social demócrata. Creo profundamente en las libertades individuales, así como apoyo el derecho al matrimonio igualitario, a la legalización de la marihuana y la libertad de expresión, tengo muchas otras concepciones liberales que no veo plasmadas en los planes de gobierno.

Pero entonces estaba el dilema ¿no es cualquier cosa mejor que el correísmo? ¿No es momento de acabar con una década de corrupción? ¿No es hora de hacerlos pagar? ¿No es tiempo de fiscalizar? La respuesta es sí, sin duda, pero las variantes no han probado que son capaces de hacerlo, de hecho, han probado lo contrario.

Tomemos el caso de Guillermo Lasso, hoy el líder opositor se muestra como el mecías, el salvador, el hombre que sabe de economía y nos va a sacar de la pobreza, el que va a romper las cadenas. ¿Les suena a alguien? A mí sí, me suena a un economista sin experiencia política que lleva una década en el poder.

Pero Lasso no es el salvador ni el demócrata que hoy finge ser. Les doy algunas pistas: Lasso maneja su partido como la hace Correa. Lo que piensa el líder debe pensar el resto, así se lo recordó a Mae Montaño por el debate de la despenalización del aborto en el código penal en 2013. Es más, felicitó a Correa por detener ese debate, que culminó en la sanción de Paola Pabón por no afiliarse al líder de AP.

Lasso está lejos de ser un demócrata, y lo que es peor, es la contradicción entre un hombre que se finge liberal en términos de economía — por conveniencia — y es conservador en términos sociales.

Después está Cynthia Viteri, una mujer que cree que ser mujer basta para ganar ­— “búscame en la papeleta, soy la única mujer”. Pero Cynthia no defiende a las mujeres, ni a sí misma se defendió cuando el patrón socialcristiano dijo que ella “es el hombre”. Sí, ¡el hombre!

Sumado a ello, Cynthia pertenece a la mafia política más antigua de este país, la 6. Si faltara más, Cynthia ofrece transparencia y fiscalización, pero dónde estuvo esa transparencia y fiscalización cuando una mujer que tenía el derecho de ser presidenta — me refiero a Rosalía Arteaga — fue injustamente arrebatada del mismo. ¿Dónde estaba la 'única mujer' cuando Alarcón se tomaba la presidencia y León, junto a Nebot, decidían a dedo los ministros de un gobierno que no les pertenecía?

Con todo lo expresado, ¿podemos partir de que un cambio presidencial es un paso adelante en nuestra democracia? No. Para hacerlo debemos crear - no recobrar, eso es otra mentira - un margen de institucionalidad democrática. Eso no se consigue votando por candidatos que no solo no saben cómo hacerlo, sino que han hecho lo contrario.

El nulo sí es una opción viable en la papeleta presidencial. Y cuando se presente ante cada votante esa “sábana” con candidatos a la asamblea, votar por una sola lista es la soberbia a la que nos acostumbró este gobierno y los del “raya toditito la 6”. Esto no se debe repetir, pues que alguien forme parte de la lista de candidatos de tu partido de preferencia, no garantiza que sea bueno. Es igual asumir que si alguien jugó en el Real Madrid o en el Barcelona, es un gran futbolista; la historia ya nos ha comprobado lo contrario.

Dejemos de llamar a distintas enfermedades con el nombre del mismo remedio, porque votes por quién votes, el único y real remedio es cambiar los candidatos.


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