Los esfuerzos de Mauricio Macri y Michel Temer por recuperar el Mercosur no son suficientes. Ni vetar a Venezuela ni imponer ideología de derecha pueden sacar de la crisis a una organización de institucionalidad débil.
Si bien es cierto que el Mercosur se politizó con el surgimiento de los gobiernos socialistas en los países latinoamericanos, esto no implica que esta sea la principal razón de su crisis.
La primera pregunta que debemos hacernos es ¿qué permitió que el Mercosur pase a ser una alianza ideológica en vez de – su principal función – una alianza comercial? Y así mismo, ¿cuál fue el procedimiento jurídico para incorporar a Venezuela y Bolivia a la alianza del Mercado del Sur?
Mercosur falló desde su primera etapa: incorporar sus mercados, complementarlos y combinarlos para generar una economía regional sólida. Pues poco tiempo después de que Mercosur entró en vigor cada uno de sus miembros veló por sus intereses.
Luego de 25 años, no han logrado ser la unión aduanera que se esperaba y mucho menos una región de libre comercio.
El mecanismo para el control de procedimientos y la resolución de conflictos nunca han sido eficientes, pues varias veces las fronteras comerciales se han cerrado entre sus países miembros.Es por eso que considero que reformar el tratado constitutivo del Mercosur para flexibilizar sus normas no será lo suficientemente positivo para la organización, sino solamente para sus miembros que podrán negociar por separado con otros Estados o bloques económicos.
La otra intención de Temer y Macri es converger la Alianza del Pacífico con el Mercosur. Esto sería viable si los Estados partes de Mercosur renuncian al marco jurídico del mismo para adoptar el de la Alianza del Pacífico. En ese caso, sería mejor renunciar al Mercosur, que cuesta alrededor de $127 millones anuales y no ha generado alianzas comerciales con economías fuertes, para unir esfuerzos e integrar a toda la región en la Alianza del Pacífico.
Una organización u alianza internacional debe estar regida por el derecho de la misma y del derecho internacional comercial, en este caso. Aquella que no tiene cierto grado de autonomía y no incluye mecanismos para el cumplimiento de sus miembros no cumple con sus funciones de modo efectivo.
América Latina necesita una alianza comercial fuerte en la cual los Estados generen consensos, respeten las instituciones internacionales e internas, y abran el comercio entre ellos y al mundo.
Si bien es cierto que valores y principios ejercen un papel fundamental, es necesario que estos estén institucionalizados y no sujetos a cambios según la ideología que domine en la región.
Macri y Temer han tomado las riendas para imponer sus caprichos y tomar medidas a corto plazo que beneficien a sus economías. Pero una organización que no ha rendido lo esperado desde su inicio poco puede hacer con reformas limitadas.